jueves, 17 de abril de 2008

Encuentro en Caracas contra la amenaza del “terrorismo mediático”

JoseDavid Carracedo
Publicado el 17 de Abril 2008 en el periódico Diagonal.
El Encuentro Latinoamericano contra el Terrorismo Mediático señala a Reporteros Sin Fronteras como “grupo de choque en la falsificación de la realidad”.

A finales de marzo tuvieron lugar en Caracas dos eventos paralelos, divergentes en sus enfoques, para hablar sobre los medios de comunicación y su influencia en la sociedad. El primero fue la reunión semestral de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que aglutina a los dueños de comunicación impresos en Latinoamérica. Apresuradamente, la agencia de noticias estatal venezolana, ABN, organizó un “encuentro latinoamericano contra el terrorismo mediático”, que comenzó un día antes que el evento de la SIP. El encuentro reunió a diversas organizaciones (entre las que destacó la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP), investigadores y periodistas de 14 países del continente y tuvo una amplia repercusión internacional entre los medios corporativos como CNN.

Varios ponentes explicaron a DIAGONAL el porqué del término usado: “terrorismo mediático”. Inspirados en trabajos de Chomsky, fue presentado por Eva Golinger como “una actuación diseñada y cometida con la intención de alterar conductas y generar paranoia, agresión y violencia en una sociedad; tergiversar hechos positivos para crear un ambiente hostil y negativo hacia un Gobierno y construir realidades perversas y aberrantes para demonizar una persona, una entidad política o Gobierno”. El comunicado final de la cumbre afirma que “el terrorismo mediático es condición necesaria del terrorismo militar y económico”. El periodista Freddy Fernández declaró que “lamentablemente las víctimas no son semiológicas, sino seres humanos que pierden la vida cuando no se hace un ejercicio ético de la profesión”. Yuri Pimentel, director del estatal Canal 8 venezolano, manifestó que “los dueños de los medios no son independientes de las empresas que los controlan, ellos representan los intereses de estas empresas. Son mafias transnacionales que no aceptan la existencia de procesos que pongan en duda su modelo”. Como parte de estas redes, el comunicado señala a Reporteros sin Fronteras (RSF), al que califican de “grupo de choque (...) en la falsificación de la realidad y la difamación globalizada”.

El canadiense Jean Guy Allar denunció la ocultación de los convenios entre RSF y el International Republican Institute (think tank republicano) y cuestionó el origen de los cinco millones de euros del presupuesto anual que RSF dice recolectar por venta de postales y álbumes de fotos. En la declaración final se llama a la creación de una internacional de periodistas capaz de construir redes para enfrentar la amenaza del terrorismo mediático. También se propone incorporar a la agenda de las cumbres de presidentes latinoamericanos el debate sobre el terrorismo mediático, en concreto sobre el papel de las multinacionales de la información, la soberanía y las relaciones entre Estado y medios.

Críticas a medios comunitarios

Tampoco faltaron las críticas hacia los medios alternativos. Se criticó la precariedad en que suelen trabajar estos medios comunitarios, los modelos gráficos utilizados y las deficiencias en la calidad técnica y periodística. Se planteó, asimismo, la necesidad de descubrir fórmulas propias en la generación de contenidos, de formas de difusión, así como la estética para presentar las noticias. Vladimir Acosta manifestó sobre Telesur “que tendría que superar el modelo de CNN” y el periodista Earle Herrera propuso que “nuestros medios tienen que tener un periodismo audaz, inteligente, poético, creativo, imaginativo, imprevisible, (...), que se convierta en torbellino capaz de poner contra la pared a los grandes medios”. La periodista ecuatoriana Maria A. Calle llamó a que “se establezcan mecanismos efectivos de colaboración” para derrotar al terrorismo mediático. La SIP terminó su cumbre con más de 13 resoluciones contra el Gobierno venezolano acusándolo de restringir la libertad de expresión. Tan solo emitió una resolución sobre Colombia sin mencionar el oligopolio informativo (sólo hay un periódico de tirada nacional, del grupo Planeta) ni los asesinatos y amenazas a periodistas en este país (ver DIAGONAL nº 74).





domingo, 9 de marzo de 2008

La crisis diplomática en las calles de bogotá.

Publicado en el periódico EL PUBLICO, edición del 8 de marzo, página 23.
http://www.publico.es/estaticos/pdf/08032008.pdf

Reportaje:
JoseDavid Carracedo, Bogotá,

Amanece nublado en Bogotá, luego luce el sol y quizás más tarde, como en días pasados, llueva. Esta semana el clima político parece que también ha tendido a la inestabilidad.

El Sábado 1 de marzo amaneció con una noticia de impacto. Raúl Reyes, histórico líder guerrillero de las FARC había sido abatido. En un país como Colombia harto de una guerra que en su última etapa dura ya más de 50 años, la noticia causó euforia en los medios de comunicación y elogios a las Fuerzas Armadas.

En la calle, las opiniones replicaban ese sentir, mitad alegría, mitad alivio… apenas algunas voces insinuaban que la situación podría perjudicar el reciente proceso de liberación de rehenes. A este corresponsal se le tachó de proFARC por ofrecer dudas.

En el tema de la guerra, Colombia es un país en blanco y negro. Un país de 44 millones de personas, cuyo presidente presume de tener un servicio de “inteligencia de calle” de un millón de personas. Un país, donde hablar de política en los espacios públicos es inusual y donde uno aprende rápido que callarse sus opiniones políticas es ley de supervivencia no escrita, pero escrupulosamente respetada.

El sábado sin embargo, era sorprendente lo locuaz que se volvió la calle. Cuando el sábado por la tarde llegan las noticias de la protesta diplomática de Ecuador por la violación de su territorio, cundió la perplejidad. “como es posible que se fijen en ese detalle. ¿acaso lo importante no es que hemos cazado a Reyes?” Me espetaba la kioskera, el domingo por la mañana mientras escuchamos por la radio que Correa expulsa al embajador de Colombia en Quito.

A últimas horas de la tarde-noche del domingo, en Colombia a través del General Naranjo, director general de la policía colombiana, se divulgan documentos dicen que aparecidos en el ordenador de Reyes y que “vinculan” al gobierno ecuatoriano con las FARC. Para los medios colombianos el círculo se ha cerrado. No es que las autoridades ecuatorianas no entiendan la importancia de la operación, sino que son “cómplices”, camaradas, del grupo armado.

El lunes, Ecuador rompe relaciones diplomáticas con Colombia y mueve tropas a la frontera, al igual que Venezuela. “David”, me espeta un compañero de trabajo, “¿ya alistaste las botas? Vamos para donde el presidente diga!!”. Balbuceo una respuesta poniendo en cuestión la escalada bélica. La respuesta es contundente; “tenemos que terminar con las FARC y si nuestros vecinos los apoyan pues con ellos también”.
En Radio Caracol, perteneciente al grupo PRISA, una colombiana que habita en la frontera llama a una tertulia planteando mesura y recibe la burla como respuesta “llévales flores”, “pues si tanto te gustan, ablándalos a besos”. En la calle observo con estupor como un afrodescendiente, aparentemente indigente, arremete contra un ecuatoriano que probablemente lleve años viviendo en estas tierras. Nadie parece reaccionar en su defensa. Otra regla no escrita de Bogotá es no meterte en asuntos ajenos. Ante el clima hostil, el ecuatoriano opta apresuradamente por parar un taxi y abandonar el lugar.

El martes mientras en la OEA se discute la posible condena a Colombia, en el Senado de la Republica en Bogotá, en sesión plenaria se discute sobre las capacidades militares de Colombia y sus vecinos. Como clama Vargas Lleras, líder del uribismo, Colombia dispone del ejercito más grande y mejor equipado de la región; “Si hay guerra Colombia está presta”.

Las emociones belicistas parecen dominar las calles. Sin embargo una encuesta del Observatorio de Cultura Urbana de la Alcaldía de Bogotá, realizada durante la marcha contra las FARC el pasado 4 de febrero, muestra que el 79% de los encuestados se mostraba favorable a que el gobierno establezca negociaciones políticas con las FARC. Durante la marcha del jueves, contra la violencia paramilitar, la encuesta arrojó cifra similar: 82%.

Durante la marcha, Jaime Caicedo, concejal del izquierdista y gobernante en Bogotá, Polo Democrático Alternativo, afirma “que la masiva movilización era una respuesta a la idea que han vendido los medios de que Uribe goza del apoyo mayoritario de los colombianos. Parece que los encuestadores nunca han preguntado su opinión a estos centenares de miles de colombianos”.

La marcha resultó en un clamor antiuribista, donde otra Bogotá, en la fuerza y anonimato que proporciona la masa, encontró el espacio para otros sentires: “Uribe paraco (paramilitar), el pueblo está berraco” o más provocador “Uribe fascista, aquí somos chavistas”.

La manifestación fue un emotivo recuerdo de las consecuencias de la guerra, poblada de fotos de líderes campesinos, obreros, sindicalistas, maestros, estudiantes, incluso fiscales, asesinados durante los últimos años. “Hoy nuestros compañeros marcharon de nuevo” comenta emocionado un viejo militante del barrio Ciudad Bolívar. “He vuelto a ver a los que fueron mis amigos, compañeros de lucha asesinados. Hoy marchamos de nuevo, todos juntos. Y algo hemos aprendido: no vamos a permitir otra guerra más”.

viernes, 7 de marzo de 2008

Marchas en Colombia por las victimas del paramilitarismo y los crímenes de estado

Y Bogotá marchó de nuevo:

Junto a otras 200 ciudades del mundo, los bogotanos volvieron a copar las calles de Bogotá y abarrotar la plaza Bolívar, donde se encuentra el palacio presidencial, la alcaldía y la corte suprema.

La movilización, convocada por asociaciones de victimas, de derechos humanos, de desplazados y toda la izquierda organizada, destacando el Polo Democrático Alternativo, no alcanzó las dimensiones del 4 de febrero convocada contra las FARC (tuvo algo más de un tercio de participantes) pero sorprendió sin embargo el volumen de respuesta en un país que muchos de los manifestantes consideran se dan crímenes de estado y continuas violaciones de los derechos humanos. Colombia es un país de 44 millones de personas, cuyo presidente presume de tener un servicio de “inteligencia de calle” de un millón de personas. Un país, donde hablar de política en los espacios públicos es inusual y donde uno aprende rápido que callarse las opiniones políticas es ley de supervivencia, no escrita pero escrupulosamente respetada.

















El comunicado de convocatoria denuncia más de 15.000 desapariciones, las 3000 fosas comunes encontradas, los miles de asesinatos de sindicalistas (2.500), lideres indígenas (1.700), o la tristemente famosa liquidación “física” del partido izquierdista Unión Patriótica, con más de 4.000 candidatos y líderes asesinados a finales de los 80. También cita el informe presentado por el Observatorio de Derechos Humanos de la Coordinación Colombia Europa Estados Unidos (CCEEU), que reúne a ONGs de investigación en Derechos Humanos. Este reporte presentado ante la ONU , constata 955 ejecuciones extrajudiciales probadas en los últimos cinco años de mandato presidencial de Uribe.

En el mitin final los organizadores denunciaban la supuesta penetración del Estado Colombiano por las estructuras del paramilitarismo. Exhiben como ejemplo que tan solo en el último año la Fiscalía y Procuraduría ha abierto procesos penales por “parapolíticos” (candidatos apoyados y financiados por las organizaciones paramilitares) a un tercio del congreso de la República de Colombia. La marcha sorprendió por un clamor antiuribista, donde otra Bogotá, en la fuerza y anonimato que proporciona la masa encontró lugar otro sentir: “Uribe paraco (paramilitar), el pueblo está berraco” o más provocador “Uribe fascista, aquí somos chavistas”. Destacaron pancartas y consignas acusando al Presidente Uribe de ser el “jefe” de los paramilitares y criticando su actitud belicista, en referencia a la reciente violación del territorio ecuatoriano.

Durante la marcha, Jaime Caicedo, concejal del izquierdista y gobernante en Bogotá, Polo Democrático Alternativo afirmó “que la masiva movilización era una respuesta a la idea que han vendido los medios de que Uribe goza del apoyo mayoritario de los colombianos. Parece que los encuestadores nunca han preguntado su opinión a estos centenares de miles de colombianos”.

La manifestación fue un emotivo recuerdo de las dramáticas consecuencias de la guerra y a los asesinados por los grupos paramilitares. Estuvo poblada de fotos de líderes campesinos, obreros, sindicalistas, maestros, estudiantes, fiscales, etc, asesinados durante los últimos años. Emocionado comenta un viejo militante del barrio Ciudad Bolívar “hoy he marchado de nuevo con los que fueron mis amigos, compañeros de lucha asesinados. Estoy muy contento porque hoy marcharon otra vez, todos juntos. Y algo hemos aprendido: no vamos a permitir otra guerra más”.